Revista Enfermería Neonatal N° 36 - Agosto 2021

Editorial

Estimados colegas:

Ya pasamos la primera mitad del año 2021 y, a pesar de nuestras expectativas, la pandemia desencadenada por el COVID 19 sigue siendo central en el trabajo y la vida cotidiana como nunca.

Con la enorme capacidad de resiliencia que caracteriza al colectivo de enfermería, y pese a ser uno de los sectores más afectados, sus integrantes seguimos produciendo actividades científicas, jornadas, publicaciones, ejerciendo docencia, además de la atención directa a los pacientes y sus familias, y la gestión de los servicios.

Todos hemos debido adaptarnos a dedicar tiempo de nuestra jornada laboral y nuestra creatividad a elaborar protocolos y recomendaciones para el funcionamiento de cada servicio acordes a la realidad y posibilidades de la institución y región, que tuvieron que ser modificados una y otra vez, hasta ahora.

Cada uno cuenta con sus propios recursos personales para elaborar sentimientos de pérdida y duelo. Es necesario dedicarse al propio autocuidado y aprender a pedir ayuda frente a situaciones que se tornen inmanejables. La incertidumbre, los proyectos postergados, el miedo al contagio -o de contagiar a las familias-, la falta de material de protección, constituyen una realidad compartida sobre todo con las profesiones sanitarias, pero también con la comunidad. La actual situación agudiza los factores de riesgo preexistentes, que afectan, sobre todo, a las poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad y pobreza.

Al principio, en la medida en que el panorama se complicaba, frente a la escasez de enfermeros, se redistribuyeron en las instituciones los recursos humanos, rotando al personal de enfermería especializado de las áreas de neonatología y pediatría para reforzar la atención de pacientes adultos aislados.

Esto produjo resistencia inicial que se manifestó con miedo, estrés y pedidos de licencias médicas hasta que, con el paso de los días, con la comprensión y adaptación a esta situación compleja, predominó el valor del trabajo en equipo y la solidaridad.

Pero tomamos decisiones permanentemente de acuerdo con la evolución de la pandemia. La situación cambiante en la región hace que, con la llegada de las bajas temperaturas de invierno y mayor circulación, reaparezcan internaciones de niños y lactantes por infecciones respiratorias. También esta “segunda ola” o rebrote del COVID-19 se caracteriza por afectar a embarazadas, con las consecuentes interrupciones tempranas de embarazos por los cuadros maternos e internaciones de los recién nacidos en las UCIN y, por lo tanto, vuelve a requerirse redistribución de enfermería. Estamos exigidos a una permanente adaptación a los cambios.

En un estudio reciente del Reino Unido, se realizó un análisis sobre las reflexiones escritas por veintidós enfermeros neonatales de once países, explorando sus experiencias en pandemia. Este reveló cuatro temas principales de preocupaciones relacionadas con el rol. El primero, el esfuerzo de los integrantes del equipo de la UCIN por proteger a los recién nacidos es prioritario al cuidado de ellos mismos.

El segundo tema, luego del análisis, son los desafíos en la calidad humana de la atención. Si bien el equipo de protección personal (EPP) y el distanciamiento social, protegen contra el virus, también limitan la comunicación con los recién nacidos y los padres.

Como tercera preocupación, surge el sentimiento de vulnerabilidad. Los miedos y preocupaciones estaban relacionados con la protección de los neonatos y la sensación de incertidumbre.

Como cuarto tópico, surge la capacidad de resiliencia. Los enfermeros encontraron fortaleza para adaptarse a los desafíos e identificaron oportunidades de crecimiento y cambio.

Ahora bien, tomando el tema del uso del EPP, deberíamos buscar alternativas que mejoren nuestra comunicación. No podemos habitualmente trabajar sin mirar las caras y expresiones faciales de los otros, sin contactar, sin manifestarnos a través de nuestra actitud postural, de nuestro rostro. Se vuelve difícil leer las expresiones faciales, ver a padres y equipo sonreír, o fruncir el ceño. Es decir, los recién nacidos dependen de las expresiones faciales y el tono de voz de sus cuidadores para regular su respuesta conductual y lograr reciprocidad. Deberíamos tener en cuenta que nuestros pacientes, sólo han conocido rostros tapados por máscaras, siendo nuestros ojos, aun con gafas, los que expresarán la sonrisa. Por eso se recomienda que los padres puedan utilizar máscaras transparentes en lo posible, ya que el personal sanitario utiliza los provistos por las instituciones. En muchos lugares se pegan a los tapabocas dibujos de una boca sonriente que, si bien no cambia la modalidad de comunicación, contribuye al buen clima general.

Los pacientes y padres pueden percibir por el sonido de nuestra voz, nuestra postura y nuestra velocidad en el tacto si estamos relajados o estresados, de buen humor o enojados. Los enfermeros neonatales somos más sensibles a las señales no verbales, hemos aprendido a leer las señales de pacientes que no hablan con palabras. Por eso, es importante que tomemos el control intencional de nuestra comunicación no verbal en esta época de distanciamiento social y rostros enmascarados.

Por último, también hay consecuencias que dejarán una profunda huella en los futuros profesionales. Las carreras de la salud se diseñaron para ser presenciales, con prácticas clínicas, que al ser suspendidas provocan una gran brecha en el aprendizaje clínico. Las Universidades y espacios formativos tuvieron que realizar cambios repentinos y novedosos para poder concluir el período académico mediante la modalidad virtual a través de diferentes plataformas y se propició el uso de los laboratorios de simulación virtuales. Los docentes nos vimos obligados a aprender nuevos recursos tecnológicos para optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje y también adaptarnos a las dificultades de accesibilidad a internet de muchos de los alumnos. Pero, hasta el momento, es nuestra única opción.

Tenemos entonces en nuestras manos la posibilidad de mejorar la capacidad para cuidar mejor a las familias y combatir la pandemia desde nuestro lugar, con la certeza de que son factores esenciales para alcanzar la equidad, la inversión en recursos y el respeto y valoración del trabajo de los profesionales de enfermería. No hay forma individual de cuidarse que no implique necesariamente el cuidado de otros.

 

 

Lic. María Cristina Malerba
Comité Editorial de la Revista Enfermería Neonatal

 

 


Cómo citar:

Malerba MC. Editorial. Rev Enferm Neonatal. Agosto 2021;36:4-5.


 

Referencias

1. Shaw C, Gallagher K, Petty J, Mancini A, Boyle B. Neonatal nursing during the COVID-19 global pandemic: A thematic analysis of personal reflections. J Neonatal Nurs 2021; 27(3):165-171.